El Cardenal Timothy Dolan calificó esta semana como “un desastre a punto de ocurrir” un proyecto de ley de Nueva York que busca legalizar el suicidio médicamente asistido, después de que la asamblea estatal avanzara la medida la semana pasada.
En un comunicado publicado el martes, el Cardenal Dolan —Arzobispo de Nueva York— afirmó: “Para las personas de fe que creen en la santidad de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la sola idea de que un médico te dé una receta para terminar tu vida prematuramente es contraria a todo lo que valoramos”.
“Pero no es necesario ser religioso para ver que el suicidio asistido es una idea terrible. Es la clásica caja de Pandora; una vez abierta, sus consecuencias no pueden ser contenidas”.
La Asamblea del Estado de Nueva York aprobó la Ley de Ayuda Médica para Morir el 29 de abril, con 81 votos a favor y 67 en contra. Si se convierte en ley, permitirá que adultos con enfermedades terminales soliciten medicamentos para terminar con su vida.
El Cardenal Dolan reflexionó el martes sobre las últimas semanas de vida del Papa Francisco y cómo “no tuvo miedo de dejarnos verlo morir, al igual que su querido predecesor, el Papa San Juan Pablo II”.
“Ambos sabían que nuestro valor se basa en quiénes somos como hijos de Dios, no en lo que podemos hacer”, escribió el arzobispo.
Dolan destacó que el proyecto de ley de Nueva York carece de directrices de seguridad, argumentando que cualquier tipo de médico puede recetar el medicamento y que la reunión para solicitarlo no tiene que ser presencial.
Tampoco se requiere preguntar a los pacientes si han contemplado el suicidio o si han sido tratados por alguna condición de salud mental.
“¿Cómo es esto compasión?”, cuestionó Dolan el martes, argumentando que la medida obliga a los médicos “a mentir en los certificados de defunción al afirmar que la causa de muerte fue la enfermedad subyacente de la persona y no lo que realmente la mató: la combinación letal de medicamentos”.
Explicó que el proyecto de ley se presenta en medio del trabajo exitoso de la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, para reducir las tasas de suicidio en el estado. Hochul impulsó iniciativas para ayudar a escuelas, hospitales, socorristas, veteranos y una línea de ayuda durante una “crisis de salud mental”.
El Cardenal Dolan dijo que elogiaba sus “muy exitosos esfuerzos de prevención del suicidio”.
“Pero”, continuó, “una nueva ley que autoriza el suicidio mientras el estado simultáneamente persigue una política de prevención del suicidio equivale a hacer agujeros en un lado del barco mientras se saca agua del otro”.
El purpurado señaló la “larga y orgullosa historia de la Iglesia Católica en el cuidado de la salud”.
“Hemos abierto los primeros hospitales de Estados Unidos. Hemos atendido a víctimas de guerra, sarampión, personas sin hogar, enfermedades, violencia, SIDA y todo tipo de dolencias conocidas por el hombre. También hemos cuidado los males emocionales, psicológicos y espirituales de nuestros semejantes”.
“El suicidio autorizado por el Estado trastoca por completo todo lo que la sociedad sabe y cree sobre la medicina”, dijo Dolan. “Los médicos pasan de ser sanadores a asesinos”.
Mientras tanto, “lo que se propone como compasión para los enfermos terminales” se convierte “en un deber, ya que los ancianos, discapacitados y enfermos se sienten presionados a terminar con su vida y dejar de ser una carga para los demás”.
“Todas las etapas de la vida ofrecen lecciones —para nosotros y para los demás—, pero quizás ninguna más que el final de la vida, como el Papa Francisco enseñó tan elocuentemente”, dijo el cardenal.
Dolan recordó que el Papa Francisco llamó al suicidio asistido “el descarte del paciente” y “falsa compasión”.
“Nueva York y todos nuestros estados pueden hacerlo mejor que esto”, afirmó Dolan.
“En lugar de esto, enfoquemos nuestros formidables esfuerzos en fortalecer el cuidado de las personas al final de la vida. Ellos están terminando la carrera. Dejémoslos ir con las manos en alto, como Dios y la naturaleza lo quisieron”, concluyó el purpurado.