Ciudad de México. Como en la final que ganó hace seis meses, el América hizo valer el peso de su camiseta. Otra vez ante Cruz Azul, con un penal en los minutos finales, la imprudencia de Carlos Rotondi y una decisión arbitral al filo del reglamento, el actual bicampeón del futbol mexicano sentenció la eliminación de La Máquina en un partido de colección que terminó 4-3 y reunió todos los ingredientes de un clásico joven ante más de 30 mil personas en las gradas.
En medio de esa olla de presión que fue el Ciudad de los Deportes, los goles de las Águilas fueron un catalizador, el trampolín que devolvió al cielo a un plantel que no dejó de creer en que llegar a otra final era posible. Alejandro Zendejas hizo el primero a los 16 minutos tras un remate de zurda, potente y raso, que venció al colombiano Kevin Mier. El impulso de aquel golpe duró lo suficiente, porque La Máquina no pudo reaccionar y el paraguayo Richard Sánchez, tras un error de Rotondi, convirtió el segundo al iniciar el complemento con un derechazo de más de 30 metros (49).
La historia siguió con el 2-1 de Ignacio Rivero (68), una pequeña esperanza para los celestes que pareció desvanecerse cuando Ramón Juárez saltó en un tiro de esquina y convirtió el tercero de cabeza (72). Contra viento y marea, Gabriel Toro Fernández puso de nuevo en pie a los locales (80) y el joven Amaury García, de volea y al ángulo, empató el marcador como si fuera un jugador de élite (86). Cuando la hazaña de Cruz Azul se consumaba, una falta de Rotondi dentro del área permitió el 4-3 de Rodrigo Aguirre, expulsado posteriormente al acumular dos tarjetas amarillas (90+4).
Desde hace ya varios años en la Liga Mx, no hay un encuentro que produzca más rivalidad, más memorias felices y dolorosas, que éste. Las dos aficiones se unen contra el enemigo, salen a dar vueltas a los alrededores del estadio para encontrarse con personas que no conocen, a las cuales no han visto nunca, pero con las que existe una especie de cercanía afectiva.
Muchos de ellos aún recuerdan los clásicos anteriores: la final de 2013, con el remate de cabeza del portero Moisés Muñoz; el doblete de Edson Álvarez en 2018, las goleadas de La Máquina en partidos de fase regular y el presunto penal que el silbante Marco Antonio Ortiz señaló el torneo pasado para darle el bicampeonato a las Águilas en el Azteca. Todo está dentro del mismo combo, incluida a partir de ayer la reciente semifinal en el Ciudad de los Deportes.
“Falso campeóóón/ la mentira se terminó/ ese robo lo vieron todos/ oh-oh-aaah”, entonaron una y otra vez los seguidores celestes por las calles, con mensajes escritos en letras gigantes que se han convertido en la base de todo un proyecto deportivo: “Iniciamos juntos, terminamos juntos”, “Nada pasa por casualidad”. Si alguna vez lo escribió en sus redes sociales el argentino Martín Anselmi, técnico de La Máquina, para ellos estaba claro que no había otro camino. Pero no alcanzó.
Como el futbol tiene formas expresión muy parecidas, los americanistas no tuvieron reparo en aprovechar cada oportunidad que tuvieron para desafiar ese estado anímico de su rival. Su historia ganadora en finales hace que todo partido contra La Máquina ya esté anclado en el mismo relato y pase a formar parte de una vieja tradición cuyo desenlace es casi siempre el mismo.
“Te juuuro que el 26 de mayo/ nunca lo vas a superaaar/ Aquivaldo lo inició/ el portero lo empató/ y Layún con un penal nos coronóóó”, recordaron cientos de voces en su camino a la cabecera visitante, en alusión a aquel partido de 2013 ganado en penales en el Azteca, luego de empatar el marcador a cinco minutos del final. En esa época, las cosas increíbles que le sucedían a Cruz Azul parecían lo más normal del mundo. Impresionaban cada vez menos, pero seguían teniendo esa sensación dramática, una suerte de magnetismo sobre el fracaso.
Este torneo el mismo clip pasó por la mente de miles de personas en el Ciudad de los Deportes. La diferencia es que ayer, en la semifinal de vuelta, no todos en el América se percibieron como superiores a su rival. No era el plantel poderoso ante el cual ninguna estrategia funciona, aunque supo capitalizar que el futbol no conoce la palabra justicia. Sin tener tantas veces la pelota, sentenció su pase con tres golpes de nocaut y un penal al filo del reglamento.
El empate en la ida (0-0), con un planteamiento temeroso y defensivo, contrapuesto a las bases del americanismo, hizo valer esta nueva versión del bicampeón: menos espectacular, pero igual de potente a la hora del contragolpe. Lo que al final definió el resultado fue la experiencia de sus jugadores, la capacidad de hacer cosas aparentemente simples y que nadie pudiera contrarrestar. Zendejas pateó al arco cuando encontró un pequeño espacio y el resto, con o sin ángulo, no fallaron al buscar los puntos débiles de Mier.
Si alguien hubiera escrito cómo el América iba a llegar a su tercera final consecutiva sería un mal guionista, porque nunca lo hizo antes mediante la fase de reclasificación, hoy llamada play-in. Dejaron atrás a Tijuana, vencieron al Toluca y, sin el respaldo de jugar como locales en el Azteca -en remodelación por la Copa del Mundo de 2026-, las Águilas derrocaron al líder que batió el récord de puntos en torneos cortos (42 en 17 fechas).
Los americanistas celebraron a todo grito, repartidos en diferentes sectores de las gradas, la posibilidad de llegar al tricampeonato. Queda en los seguidores de La Máquina la sensación de una nueva ayuda arbitral, esta vez del silbante Adonai Escobedo, por la acción que definió la serie. El último obstáculo para los dirigidos por André Jardine será el Monterrey, al que recibirán a mitad de semana para defender su doble corona el domingo en el llamado Gigante de Acero.
Insultan al árbitro Adonai Escobedo
Con las pulsaciones todavía al límite, varios elementos del conjunto celeste -incluidos directivos- buscaron en la zona de vestidores al árbitro Adonai Escobedo, a quien recriminaron desde los pasillos “Adonai, la concha de tu madre, hijo de p…, otro partido turbio, eh”. Esto retrasó la salida de los entrenadores a la sala de prensa. Por otra parte, el portero Luis Ángel Malagón salió del campo inmovilizado y con un tanque de oxígeno, debido a que se le bajó la presión. Los médicos lo estabilizaron minutos más tarde en el estadio.