El precio de la carne de res en Estados Unidos ha alcanzado niveles históricos, superando los 5.80 dólares por libra (molida) en abril de 2025. Este incremento, cercano al 50% en cinco años, no se debe a un solo factor, sino a una confluencia de circunstancias que han impactado la oferta y la demanda.
Una de las causas principales es la disminución drástica del inventario bovino en Estados Unidos. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) reporta cifras mínimas históricas para 2025, resultado de una combinación de factores: las políticas comerciales proteccionistas de la administración Trump, que limitaron las importaciones y afectaron la rentabilidad; la sequía, que incrementó los costos de alimentación del ganado; y la inflación general, que elevó los costos de operación de las granjas.
La crisis del Gusano Barrenador del Ganado (GBG) en México ha agravado la situación. La suspensión de importaciones de ganado en pie desde México, a pesar de los esfuerzos conjuntos de ambos países para controlar la plaga, ha reducido aún más la oferta de carne de res en el mercado estadounidense. La escasez de ganado disponible para engorda ha contribuido directamente al aumento de precios.
Sorprendentemente, la alta demanda de carne de res no ha disminuido a pesar del alza en los precios. Reportes indican un incremento significativo en el consumo, lo que se atribuye a diversos factores, incluyendo hábitos de consumo arraigados y la falta de alternativas económicas significativas. Esta demanda inelástica frente a los precios ha impulsado aún más el aumento de costos.
En resumen, el alza histórica en el precio de la carne de res en Estados Unidos es el resultado de una «tormenta perfecta»: bajos inventarios ganaderos, la crisis del GBG en México, la sequía, los altos costos de producción, y una demanda que no cede ante los precios elevados. La incertidumbre en las políticas comerciales internacionales añade otro elemento de complejidad a un panorama que, a corto plazo, no parece mejorar.